lunes, diciembre 13, 2010

TABERNERA Y MORTAL / un poema de HEVA INILLA

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TABERNERA Y MORTAL

Tengo la garganta transmutada, ahumada, caverna neolítica, gemido de animal herido, de estar callada, de tragarte. De ti. Afonía por glóbulos rojos crecidos. Resollada. Síndrome sexual anémico pernicioso.

Variabilidad transhumada de cabra, con el cambio de estación.

No somos las muchachas de hermosos tobillos con quienes bailó Zaratustra en un burdel

pero tenemos tobillos ligeros porque bailamos de noche, allein,

no vamos al baño en coche, ni de 2 en 2, ni de 3 en 3.

No somos docentes, ni cajeras, ni operarias, ni trabajadoras del sexo, ni esclavas del amor, ni asistentas, ni imprescindibles, ni necesarias, ni empastamos el forraje del humus social con familiar paciencia y compasión. Somos neuróticas temerarias, gárgolas resentidas que te escupen al pasar. Podemos hasta ser la escoria con la que quisieras encontrarte y perderte. Y olvidar.

Arrímate a mi cariño, si quieres te asesino lentamente. Tienes tantas caras y tantos nombres que me convertirías en serial killer.

Nos abruma la pobredumbre del mundo por lo que vivimos ocultas en los pliegues de lo atroz.

Aunque al final nos reímos de todo, no somos de vida alegre, mas bien de vida triste.

Ahora que te esfumaste con e de eva-por, not found. O te espanté yo,

me dedicaré a mirar el ombligo de los limbos y no mi propio ombligo,

si Artaud lo hizo, lo haces tu, lo hago yo.

Cómo me resultas sensual y patético! como un anuncio de perfume.

Tu mezquina soledad te convierte en un ser superiormente despreciable, no apto para compartir nada, que lo mejor lo guarda para sí.

Mis mentiras son tan ciertas como tus verdades que tambalean de frente, en la cuerda floja sosteniendo la mirada y los brazos extendidos como una flor, para mantener el equilibrio de tus pies de barro Nabucodonosor, un pie seguro y otro en la vorágine.

Te has reconvertido en mi mísera musa, recluso que espera la sentencia para que le anden al purgatorio, ser tu verdugo me da placer. No hay clemencia, ni habeas corpus.

Sin embargo yo, soy y he sido víctima en todas tus escenas de película muda, la mujer que turbas con palabras sin sonido, con ojos de búho y kolh, peinado Gardel a la brillantina.

Macho guacho. Me das pavor.

Te sostengo muy lisamente entre las piernas sobre la silla, con mi gorra verde de las SS, tirantes rojos sobre mis poros rotos, tengo frío, erotismo militar, mi sangrante labio mordido no va a mejorar la situación.

Ahora que ya se que no eres mi Redentor mesiánico, hago de tu perverso córtex complejo, un municipio de agresión, suburbios sin maquillaje. Konzentrieren Sie, Bastard!

Vamos a ser duros, amor. Por los cabellos me atiendes y sostienes la rabia. Inyección intracardíaca. Bruxismo. Compulsión. Mírame, pendejo. Ahora mando yo.

HEVA INILLA