viernes, mayo 04, 2007

DOSSIER GUADALUPE MURO



DOSSIER GUADALUPE MURO

ELLA VAGA BUSCANDO OMBLIGOS / POEMAS


Fuerza de gravedad
Cargo con mi ropa y me arrastro por la calle
con tu olor en la noche absoluta del deseo,
entro a un taxi con el humo, la comida, las horas sin descanso,
la mística del sexo, los botones, los cierres, los ornamentos
de quien se ha ofrecido en sacrificio a dioses intransigentes.




Tan sensible al mundo y sus estímulos


en Plaza Serrano
una chica fuma

el humo cae sobre sus hombros
como la cabellera que algún día tendré
si me abstengo de tijeras.

Llega otra
la besa en la boca
y le dice
me gusta tu rouge, tiene gusto a cereza.

Yo fumo también
el humo definido en órbitas
se va anudando hasta ser pelusa
que vaga buscando ombligos.

Pienso en nuestro cliché preferido,
lo que te gusta de mi

El sabor a damasco maduro.

Ahora,
que me puse cítrica

( buena para los resfríos
fresca para el verano)

quisiera poder volver,
sólo eso
y que me comas,
como una naranja, cortada en barquitos
sobre un plato de postre.





Almagro

la vecina se hace un mate y sube a la terraza
el sol del mediodía le muestra sus dientes como ventanas de oficina
cegada tantea sobre las baldosas candentes
encuentra el par de chancletas
después empieza a lavar sus bombachas menstruadas
las cuelga con broches de colores
una al lado de la otra en la soga, como una guirnalda
que gotea a contraluz, proyectando su sombra en la casa de al lado

dentro de la pileta de loza los dedos se le arrugan
son peces con escamas de jabón blanco
se yergue y descansa con los brazos en jarra
aprovechando para tomar un mate
mientras observa una burbuja opaca y sin vuelo
pincharse junto a la pila de ropa sucia

en el último rincón de la tarde
tres gotas resbalan por su nuca
y quedan desteñidos por el sol
los breteles del corpiño en su espalda.




(jipi dreams) PAPAS

Fue en los años de Alfonsín creo. En la Era de la Papa, previa a la Era de la Polenta.
Mi casa era todavía un cascarón blanco empollado en la tierra negra y cruda, rodeado de cipreses.
Por la ventana de la cocina se veía la casilla del gas con las garrafas, que ya avanzados los noventa con la llegada del gas natural, dejó de servir y la demolieron. En el lugar quedaron solo las malvas que la rodeaban. La copa frondosa de la madre selva aún dejaba ver la calle. Y el arenero lleno de palitas y tachitos donde yo jugaba, no era el cantero de la lila que hicimos cuando mi hermano más chico creció.
Ese año, con el último premio que había ganado mi papá en el certamen de pintura provincial que ganaba todos los años (contaban con ese premio como con el sueldo de maestra de mi mamá) compraron una bolsa de papas gigante y una de cebollas en Díaz Hnos, la distribuidora de frutas y verduras que quedaba en Dina Huapi. Varios vecinos se juntaron y cada uno compro su bolsa. Les hicieron precio al por mayor.
Cuando iba a jugar a la casa de Cathy y Alejo comíamos papa, en lo de Nehuén comíamos papa, en lo de Eli y Nati a veces no, en lo de André y Tania a veces tampoco.
En mi casa comíamos papa al horno, puré, buñuelos con queso, croquetas de papa con cebolla rallada (la receta de la abuela polaca), papa al horno con leche, pastel de papa, papas fritas, papa hervida con huevo, papa.
Fue en esa época la única pelea que recuerdo de mis padres. La única que me dio miedo de verdad.
Discutian a los gritos. De pronto, mi mamá me puso la campera (esa azul de plumas que me había regalado la tía Pilar) y nos fuimos las dos de la mano, caminando rápido bajo la lluvia helada que avisaba el final del otoño, sin paraguas, porque en Bariloche a los paraguas se los lleva el viento.
Íbamos muy rápido por la calle empinada, su mano me agarraba fuerte, íbamos como los arroyitos marrones, llevadas por el envión de la pendiente. Había muchas lombrices. Quería parar a mirarlas como hacíamos cuando volvíamos del jardín. No me daba tiempo y mis pies se sucedían al borde del tropiezo, sin siquiera esquivar los charcos. Las botas de goma como barcos amarillos brillaban exaltadas por el agua.
Caminamos kilómetros por el borde de la ruta. Yo no estaba cansada. No me animaba a estarlo. Mi mamá decía cosas, pero no me hablaba a mi.
Tengo hambre, dije por fin, y nos quedamos quietas. Como si la lluvia se hubiera detenido en seco, mi mamá me miró. Cruzamos la ruta, y empezamos a caminar para el otro lado, despacio. La lluvia no había dejado de caer. Mirá una lombriz, me dijo y sonrió ¿Porque cuando llueve hay tantas lombrices, ma? Porque se les inunda la casita y salen a pasear, a las lombrices les gusta mojarse, hasta que sale el sol y vuelven.

Hace poco le pregunte a mi mamá si se acordaba de aquella caminata, tenía la sensación de que nunca había sucedido. Sí, me dijo. Entonces le pregunté si se acordaba de la pelea. Sí, me dijo. Era un mediodía. Un sábado. Miraba llover por la ventana de la cocina mientras preparaba el almuerzo. Tu papá se acercó y me preguntó que íbamos a comer. Luego miró la bacha llena de cáscaras de papa, el agua de la olla que hervía, me miró a mi y me soltó: Y de postre… ¡papas!

Cuando volvimos, encontramos a mi papá parado al resguardo del alero, apoyado sobre una pala a modo de bastón, había hecho canaletas para encauzar los arroyos marrones, pero ya se habían rebalsado y, sobre el césped recién sembrado miraba avanzar el barro.





Hippie dreams III


Desde que vine a estudiar a Buenos Aires
con mamá hablamos varias veces por semana,
esa es la razón de lo abultado de mis cuentas telefónicas.

Cuando ella me habla de la casa, del jardín, de mis hermanos
yo adoro la teletransportación.

Me cuenta lo que hicieron el fin de semana, por ejemplo:

el sábado a la mañana con mi papá
agarraron todos los libros de la biblioteca
y los limpiaron mientras tomaban mate en la cama,
los fueron comentando y tropezaron con algunos tesoros
entre las hojas.

Una flor seca cortada en Ouro Preto por mi papá
antes de conocer a mi mamá, una foto del Negro y la Pancha
sacada en la época en que él bailaba en el musical Hair,
un boleto capicúa Chacarita-Stos. Lugares
adentro de Así hablaba Zaratustra del año en que nací yo,
dedicatorias de amantes, de novios y novias prehistóricos.

¿cómo puede ser que en 24 años que vivimos juntos nunca leíste este libro?

Separaron libros para regalar a la Biblioteca Sarmiento,
y libros para recomendar a mis hermanos,
después por común acuerdo arrancaron las hojas
amorosamente caligrafiadas por otros,
las leyeron por última vez
y las fueron quemando con la poda del Sorbus
en el tanque de nafta de mil litros en el jardín.

Mamá siempre me cuenta estas cosas
y me deja la sensación cursi de que quizás exista
un escarpado camino que precede al amor verdadero y quizás
yo pueda subirlo.







Cuenta la leyenda

Cuenta la leyenda que hace 23 años
en la parada de colectivos del Km 6.400 Av Bustillo
mientras corrían a subir el colectivo de la línea 20
mi papá le gritó a mi mamá ¡Viene el Día de la Primavera!
¿querés que nos casemos? y que luego de sacar los boletos
ella dijo sí, quiero.

También cuenta la leyenda que
al enterarse mi tía Sandra, la hermana menor de mi papá,
envió una carta desde Stos. Lugares que comenzaba diciendo
Claudio no nos abandones…

El 21 de septiembre de 1983
asistieron al registro civil de S.C de Bariloche
todo 5to, 6to y 7mo grado
de la escuela 16 turno mañana
donde daba clases mi mamá
y algunos compañeros de feria.

Como testigos estaban Alejandro
que además hizo los anillos y una chica…

El único familiar presente
fue la abuela Nelly que cocinó la torta
y la decoró con dos muñecos hechos a mano por ella:
un artesano vestido con chaleco de cuero, con un martillo colgando del pantalón
y una maestra con anteojos en delantal blanco con un cuaderno bajo el brazo
agarrados de la mano.






Hippie dreams IV


No sé cuándo fue la primera vez que le pregunté a mis papás
cómo se conocieron, pero desde entonces
es mi historia de amor preferida.

cuéntala de nuevo madre!

Yo tenía puesto el blazer azul de pana y el vestidito azul
con lunares blancos que, años más tarde
me robaron de la soga de la casita del Km 3.

Salía de actuar en el musical Canción de Navidad
en la Biblioteca Sarmiento donde cantaba y bailaba
protagonizando a la novia del Sr. Scrude

( en la versión de dibujitos animados de Disney es Daisy)

era 25 de diciembre y después de la función
me invitaron a una fiesta, pero como me moría de hambre,
fuimos con la abuela Nelli a comer un sandwich
hasta el bar Munich en Mitre y Quaglia.

(este año demolieron el bar para poner un centro Kodak)

Sentados en una mesa estaban Eric
y Andrés, dos de mis ex novios,
con un tercer muchacho.

¡Que bombón de dulce de leche!
pensé, no debe ser de acá.

Me lo presentaron como Tam,
alias ¨ La araña ¨

Recién había llegado de Buenos Aires
venía viajando desde el Perú
tenía puesto el poncho gris,
el morral de cuero y tenía
pelo

Tu papá pensó
a esta conchetita linda me la agarro
porque yo siempre tuvo ese aire
refinado de haber nacido en San Isidro.

A los cinco días
en una fiesta de año nuevo
en la casa de Eric
nos volvimos a encontrar.

Yo tenía puesto el enterito Lee oxford azul
ese que está en el altillo
que tiene tachas con forma de estrella
pegadas en la pechera.

Nos dijimos
vamos?

Y nos fuimos juntos a la casita del km 3
donde papá vivía con el Negro Luís
que esa noche nos cedió LA cama
para que pudiéramos dormir juntos
y durmió en el suelo.

(acá viene la parte
donde dejan de abundar los detalles
pero que los hijos con los años reponemos solos)

Papá puso música de piano
y yo me acordé de un sueño
que había tenido hace 4 meses.

En mi sueño conocía un chico
que era un churro
y me hacía escuchar una música
que nunca había escuchado:

el Köln Concert de Keith Jarrett
que puso tu papá la primer noche que pasamos juntos
y desde la cual nunca más nos separamos…






Si se pierde una virginidad, no se encuentra más


tarde o temprano verás
a la Virgen Perdida
flotando en el río
como un camalote
verde hinchada como una víbora





la Virgen Perdida no es de aire, es de agua
agua blanca como la leche


se arrastra por las fuentes de las plazas
se sienta entre los vagabundos, se emborracha
y pregunta qué hace allí, quien es, porqué…
nadie nunca le responde
la Virgen Perdida está sola
eso la pone triste, la deprime
y cuando se deprime, realmente está perdida,
porque se va quedando quieta,
muy quieta.






Si la virginidad no se pierde, alguien la abandona


a la Virgen Abandonada nadie la busca. nadie la reclama. nadie la extraña.
nadie pega un cartelito en un poste con su foto
que diga ¨ soy virgen, busco a mi dueño…¨
a la Virgen Abandonada rápidamente se la olvida.






cresta de gallo


el cuerpo tieso
en el florero

soportando el peso
de sus propias flores

los pétalos rojos
aterciopelados estállan

se quiebra el cogote

y las semillas negras
van a sembrarse sobre la superficie
yerma del mantel





enroscar nuestros cuerpos de tal manera que sean y no sean a la vez

mi brazo mima un torso fantástico y encuentra una boca con el pulgar frío descubre un recoveco extrañada la mano derecha pasea por la nuca caminando de dedo en dedo descorre el pelo sobre la oreja izquierda desde el lóbulo hasta la mandíbula manteniendo el pulgar en el cuello apostado en la primera vértebra de la espalda el meñique dentro de la oreja como si fuera el ombligo y el dedo medio en carrera imposible hacia la boca con los ojos cerrados con los ojos abiertos un dedo se transforma en lengua descubro abro en excavaciones arqueológicas bocas por todo el cuerpo puedo ser correspondida con un beso tímido detrás de la rodilla un beso de labios cerrados secos y tibios como besar un pan recién horneado besar con la nariz lengua de las más indiscretas así tras los codos las axilas la ingle el vértigo de una sonrisa nueva en cada pliegue cada arruga de la panza levanto mis pechos como si fueran enormes hojas verdes miro detrás encuentro racimos dulces como si estuviera cosechando frambuesas te ofrezco y tu boca acepta golosa todas mis lenguas que nacen y se corrompen en el tiempo que tardamos en aprender.





Lupecita, por favor,
no me escribas más poemas...

para conjurar el amor
hay que decirlo
decir : yo te amo
o yo te amaba
tanto, tanto, tanto

pero ya no te voy a escribir
poemas de amor
no como lo hacía antes
como un grito de verdad
como una excusa






la escritura sirve

cuando me pregunto
si todo fue mentira

encuentro tus cartas
las leo
y me consuelo

pienso en vos
y sufro un poco

alguna vez dijiste

pienso en vos y sufro un poco