viernes, julio 20, 2007

DOSSIER FLORA CALDERÓN RUIZ / MAREA DE BRUJAS




MAREA de BRUJAS

Flora Calderón Ruiz



“ No quiero más de un alma por ti ardiendo
un limpio corazón honesto y puro
palabras y afición para mostrarme.”

Anónimo Jesuita 15577


“ Dónde está la respuesta
a esta desolación de diez mil días
Tu alma es ahora mi destino
hasta que los negros pájaros vengan.”

Diamanda Galas


A la memoria y por la poesía de
Antonio Mejía De la Garza y
Gloria Ortíz Ramírez

A: Daniel Ramsés


1

Me niego a recordar
Por eso aquí me quedo
En el baile de sordomudos
En la arcilla de tu nariz
En esta copa de vino
Que lava heridas
Embriaga tu imagen
Te hace besarme
Morir por mi
en un abrazo de ceniza
en años de taquicardia

Pero no
No es verdad
Sólo mi embriaguez es absoluta
La tuya
¡Dios la tuya!
es una locura que invento
según el camino por donde pasas.



2

Mientras la noche se hace vieja
El licor y el sueño emergen del amor
para lavarme el rostro
es entonces que muero cada noche.



3

Me estrello en tus párpados
Carbón en mis venas

Te espero

Eres grillo y amante
Letargo y cadalso

Desenterrándote me encuentro
Acosándote voy
Mar y alga
pero también daga

Me invaden tus manos
peces en agualuna

Mantos de arena se ondean
Para moldearnos de nuevo.



4

Tu cuerpo
caserío blanco
en el que me baño de espuma
del mar de tu lengua

En tí veo el infierno
donde agonizan gaviotas
y bailan hombres sobre navajas

Nos crece un canto
abierto en el pecho
a golpe de palma
y vino tinto

Juntos fuego y plumaje
damos vida al agorero
de la pasión y el sueño.



5

A Antonio Mejía

Hombre de fuego verde y uñas de sal
Prófugo del desamor
Ríes
Eres martillo y canto
Rompes

Sonaja del otoño
siervo de la furia
Me enclaustras en tus castillo
de lagartijas y escarabajos
Lloras
Con el embrujo de un beso
con la fe de los necios
decides abrigar tu temor
en el sudor de mi cuerpo bajo el tuyo
Átame

Contigo dentro soy fuego eterno
Calcíname.



6

Navego en río de manos
Barco de letras y papel
Caño del espíritu

Tienes en tus manos
el cadáver de mi cadáver
El paisaje de huertos desolados

Devuélveme al hechizo
No quiero este circo de luceros caídos
De lechos lúgubres

Navego en aguardiente

Vienes de los espectros del fuego
Del velorio onírico
Naciste de la capa de un mago
y con mi fuerza me matas

Los cantos no están muertos

Niñas rojas te llevan manzanas y cabellos
Niñas de paño-azul
albas moradas para alumbrarte

Te haz extraviado en el sueño
en la barca rota de mi cuerpo
que poco a poco se hunde en la tierra.



7

Mueres en mis manos
Luna ron
Ebrio tal vez
Sólo pueden ocurrir
Dos copas
Dos cosas
Dormir o creerse poeta.



8

Hereje encomendado a Dios
Bebes de mi vino
los mismos pecados

“ No matarás”

Pero con tu soga me ahorco
Camino al entierro
Que consumas entre mis piernas
patíbulo blanco y silencioso
donde me quiebro
al tañer de la carne con el hueso

Hambriento hereje
Templo de astutos
Soy perpetua amante
Condenada a la pasión.



9

Diosa o esclava
Emperatriz o ramera
Ríe con dientes de cristal y humo

Arpía o conejo
carne y lechuga

Bebe del más tinto de los vinos
Hija de un vampiro danzarín
Heredera de las fiestas de Baco
Se sumerge en la embriaguez de sus actos
En la cautelosa visión del coyote

El color de su rostro cambia
como nubes de atardecer
Sabe de lunas y magias
Pone santanas y besos en las rocas
como si las sirenas hubieran perdido
sus cantos

No hay amarras en sus ojos
Pero le crecen mundos en un párpado
la amo y no soy su esclavo
Soy su bebida
Su pan
Pero no mediador de conciencia
Ni clareador de sus desmanes
Acudo al regazo
para sufrir la agonía
de escribir desde el éxtasis
a la sombra de su cuerpo.



10

Señora de los delirios y ramajes de miel
Señora del zacate y la penumbra
He aquí el alma indómita que me habita
Protégenos no nos abandones

Si he de matar
Que sea con la mano que escribo.



11

En esta soledad de poeta enfermo
el calor no tiene permiso

La voz cortada a ras de lengua
Mi alma es un convento de viejas torturas
En capillas rojo y oro
Donde gritan el dolor y la tristeza
(gritos a tus oídos sordos)
Enmudece la alegría en penitencia

En esta insólita mudez repentina
Sólo tu cuerpo desnudo de tiempo
Tiene abrigo en mi morada

Este frío maldito que sudan mis manos
Son lágrimas que robe a la niña de los vientos
Es agua para tu cuerpo
(hace cien años que te sueño
sueño tras leño ardemos en un mismo árbol)

Donde me encuentro ahora
El calor no tiene permiso
Si no viene de tu cuerpo.



12

Ya no habrá boca
Que por deseo no me llore

Muerta la flor
Crece la tierra
Mudo el gallo
Sombrea la madrugada.



13

Vengo a preguntarme
el rompimiento de la piel en el tambor
A vivir entre las nubes
A desempolvar el cobre del silencio

Llegué del mar
para ser secreto del deseo
a desprender la palabra perfecta
y decir entre balbuceos
la ruina de todos los tiempos

Impura
sedienta y con fe
Niego el desamor
con el beso que traicionó a la boca

para volverse agua

Estoy en la sombra para saber
cómo
cuándo y porqué
naciste en mi vocabulario.



14

Volver a los viejos amores

Te entregas al deshonrado siervo
que te acompaña

Por eso estás ahí
entre las torturas que más te duelen
en el látigo del recuerdo
que te flagela

Al fin siempre se vuelve al mar.



15

Viene la noche partida en soles
a desmembrar embrujos

Aquí nadie es lo que fue
Ni vino
Ni agorero
Ni dioses

Todos venimos a ser cantos
de los recuerdos más antiguos
a ser voz para milenios

Somos esclavos y amantes
a quienes nadie puede matar
Tambores del mar
enredaderas de carne.



16

Ritos de amor colgados en percheros
Maderas recién pulidas

Dudas
como campanadas negras

Lluvias de cal
vértebras sacudiéndose los recuerdos

Dudas
como estertores del miedo
Dudas como el temblor de los enfermos

Campos de amor bañados
con los cuerpos de viejas batallas

Dudas
Así
de las entrañas por donde
la vida se hace vida
El cuerpo hueso
y el hueso alma.



17

A veces viene tu voz
dura y distante a colgarse de mi angustia
a flagelar la espera
saturándome de celos infinitos.





18

Abandonada
Bebo el alcohol en ollas de sal

Guardé el llanto y el reproche
en esta delgada carne
Si miras bien
podrás ver luciérnagas
en mis venas abiertas

Olor a pingüicas y alcatraces
Trepo al sueño
Al martillazo de despertar
sin saber dónde diablos estuve guardada

Quizá en una concha
Tal vez en una piedra
o sólo fui
el humo de una hoguera
sin conciencia de su cuerpo
hasta encontrarme en el delirio de tu piel
y la lucha del corazón por no matarse.



19

Bendita estirpe
Sortilegios y hogueras
retozan en mi corazón

Soy una torva de inquietos pasajeros
con voz de tabaco
soledad cianuro
y cárceles que gritan por toda mi piel

Encuéntrate en las celdas
acércate a estas voces
que claman en agonía
el amor
la pasión
o la violencia
con que fuimos traídos a la tierra

Tengo lamento de día nublado
café frío
y la frente llena de sueños de ángel.



20

Moriré como las hijas bastardas
de la calle y el algodón
Donde revienten mis venas
Y el mar sea una estopa impregnada de gasolina

A pesar de que tus ojos escarban en mi
Jamás me han encontrado

No has visto como la piel se une a la paja
Ni la ceniza a mis labios

Moriré como las hijas de la bruma
Recién parida en el fuego
como la marea de brujas
que anda por mis huesos.



Flora Calderón Ruiz
Autora de los poemarios Montes de Espuma Sanguinea (1989), Pasión y Canto de Estefanía De la Luz (1993). Formó parte de los talleres literarios de la UABC y de Bellas Artes en Ensenada. Obtuvo el premio de Cuento Breve Categoria Jóvenes de la Academia de Español en el D.F. y en 1991 le otorgaron los Juegos Florales de Ensenada. Becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Baja California ciclo 1995 - 1996.


MAREA de BRUJAS

Acusadas de levantar vientos, provocar inundaciones, quemar cosechas, agriar la leche, secar las ubres de las vacas y causar toda clase de enfermedades, las brujas eran tachadas de “anarquistas y herejes”, condenadas por “realizar actividades que constituían una traición a Dios y a los gobernantes” y conducidas a la picota, donde se les obligaba a confesar mediante tortura para después ser quemadas en la hoguera; blanco del odio de los pueblos y víctimas de proyectiles encendidos por el temor y la falta de información de los “benditos” inquisidores, enviados del Señor, vigilantes de que nadie se alejara “del camino de moralidad impuesto por el Todopoderoso”.
Por otra parte, se sabe que a lo largo de la historia diversas culturas han atribuído propiedades mágicas a la palabra, y que el derecho a la palabra escrita era reservado antiguamente al mago de la tribu. Incluso existe la referencia de que la palabra daemon, demonio en latín, se utilizaba como sinónimo de “musa” o “inspiración”. Daemon, pues, es el demonio interior que el escritor debe invocar para realizar su trabajo literario.
Digna heredera de las antiguas hechiceras y poseedora de la palabra, Flora Calderón utiliza éste, el más peligroso ingrediente de cualquier receta mágica, para practicar sus encantamientos.
Flora parte de la conciencia de sí misma para crear atmósferas que fascinan al lector y lo atraen hacia ella. Su voz es clara y sonora, un mantra con el que interpreta cada elemento del mundo que le rodea. Flora poeta, Flora libre, navega por su mundo interior desatándose el cabello literario para recorrer una a una las diferentes páginas de su historia y reinventarla en cada poema, retrato hablado de ella misma.
En su trabajo se ve constantemente la capacidad de interpretar la realidad, de introyectarla, procesarla y devolverla al mundo convertida en imágenes; sin embargo, su poesía va más allá de la imagen para convertirse en acción. Flora es una poeta libertaria, una mujer que deja a su espíritu volar libre y que transgrede los lineamientos impuestos por la moralidad abrupta.
Dicen que las brujas tienen el poder de transformarse en cualquier cosa. En este libro, Flora bebe la poción del verbo para transformarse en daga, en celda, en emperatriz y en marea. Sus palabras son mandatos, declaraciones, dictámenes que tienen el poder de cambiar el curso de las aguas. Los hechizos de este libro están compuestos de diversos elementos, el aguardiente, la noche oscura, el agualuna... Flora bebe el vino del hereje y revela su verdadera naturaleza de agorera. Conjura su propia biografía donde es a la vez diosa y esclava, criatura nocturna que lleva en su costado izquierdo el poder de cambiar la naturaleza de las cosas. Flora profeta, se sumerge en el poema para traer a la superficie la esencia de cada habitante de su andamiaje interno. Esta colección de poemas es, a la vez, una confesión y una poderosa increpación al universo.
Flora descubre, vaticina y deja que sus demonios hablen a través de estas líneas, pero ¿a quién le hablan sino a ella misma? Flora conversa con su imagen, la seduce, la somete y la reinventa.
Como toda bruja, se deja conducir al cadalso y se condena, sabedora de que solamente ella guarda la llave de su espíritu: permite que sus personajes cobren vida y la sacrifiquen, pero es ella quien decide ser víctima o victimaria en un ritual secreto donde desempeña todos los papeles a un mismo tiempo.
Marea de Brujas, principio y fin en sí mismo de una serie de principios, es un libro de recetas mágicas del que la autora se sirve para poner al lector a merced de sus encantamientos. Es preciso hacer una advertencia: antes de leerlo, hay que tener a mano un vaso de agua clara, llevar un trapo rojo encima y voltear nuestras ropas al revés para no quedarnos atrapados en este embrujo de palabras.

Regina Swain