jueves, junio 17, 2010

HECTOR Y LOS BUITRES / un minidossier de Leonardo Morgan-Finkelstein


HECTOR Y LOS BUITRES


Así ellos las exequias celebraban
de Héctor el domador de caballos.

(Homero .Illíada-final-)

I


Acallamos las brasas
con lágrimas impares
ahora que el fuego
evanesció tu carne
y en la urna
aturdidos
tus huesos se confunden.

Pira tan alta
jamás hubieron
de contemplar los dioses
pues no hubo encina
que rehusara
arder en tus exequias,
a la puerta primera del Olimpo
a tiro de flecha se allegaba
en tanto que allá abajo
aquí y ahora
bermeja
tórnase la tierra
del vino derramado
en continuas libaciones

No cede en fausto
la hecatombe
hemos sacrificado tantos bueyes
como había dentro de las murallas
de Illión la bien amurallada
y sus muslos
envueltos en la grasa
dorada y floreciente
del trípode a la mesa.
van pasando.

Dispuesto el banquete funeral
en el tuyo celebramos ya el nuestro
pues sabemos que la muerte
va a medirnos a todos
con su vara,
pero ten seguro
Héctor adalid de Troya
que en tu nombre
será muerte de valientes
la que nos salga al encuentro

¿Qué será de nosotros
hombres y mujeres de Illión?
insepultos yaceremos
entre humeantes ruinas
siendo pasto de perros
de toda suerte y linaje
de aves carroñeras
el sustento
pues de sobra sabemos
que ahora
caerá la ciudad
y en ella sembrando alaridos
y mortandad enorme
irrumpirán los aqueos
de largas melenas
y de grebas hermosas.

ll


Ahora no me es dado
desgarrar a dentelladas
los manjares plácidos
pero en cambio, a tu salud
he bebido muy copiosamente
y empinando una vez más
la fatigada copa de alabastro
te evoco allá en el fondo, Héctor
parado ante la puerta
contra hijos de los dioses
y aún contra los dioses
tú, contra todos peleando.

(Peleando, por salvarnos
de la ruina
que hilada nos tenían
las tres parcas.)

Te evoco así
y si así te evoco
aparto de mí
esa visión errónea
-descuido de Zeus-
cuando después de plantarte
ante el terrible Aquiles
por las armas
del divino Hefesto revestido
caíste entonces cual cae
un roble rotundo y tremendo.

Graznando de júbilo
las inmundas hienas
se arrojaron los argivos
uno y otro
en ajustada terna de cobardes
te hundieron sus picas relucientes
y fue de todas
penúltima afrenta
el que Aquiles
funesto y malhadado
boca abajo, te atara a su carro
y tus dientes
rasgaran un surco lamentable
en esta tierra de estragón
y caballos salvajes
esta tierra que a tu paso
orgullosa las sandalias te besaba;
Así giraba el maldito
profiriendo alaridos pavorosos
ufano de la gloria
que sin querer
le habías otorgado
por tres veces te arrastró
en torno de Illión,
la bien amurallada.


lll

Pero así no mueren los héroes
Apolo, el dios del arco de plata
te ungió la divina ambrosía
restaurando tus heridas
de tal suerte
que de ellas esfumó los rastros
y en una niebla azafranada envuelto
como a un niño
te llevó en los brazos
y en el alto alcázar de Troya
depositó tu cuerpo inánime
para que aquí
las póstumas honras
podamos prodigarte.

Si la guerra
bestia innumerable,
desdichas y dolor
por uno y otro bando
desparrama
pues si hasta los blancos caballos
de Aquiles
según llegamos a saber
ardientes lágrimas vertieron
por Patroclo, el arrojado varón
que males tan profundos
a nuestras huestes reportara;
Pero lo que es a ti Héctor,
a ti
te han llorado hasta las piedras.

lV


¡Oídme ahora insignes troyanos
a tañir el citar
me dispone el ánimo!
quizás Dioniso
se me esté asentando en la cabeza
bálsamos y profecía
derramar lo estoy sintiendo
sobre mi entendimiento atribulado
para ustedes, el grueso de los teucros.

¡Oh divino entre los dioses!
habla por mi boca y dinos
si yuxtaponiéndose a éste
otro mundo existe
paralelo y justo
que nosotros habremos de ofrecerte
cánticos y libaciones sin medida
y todo aquello
que a tu excelso espíritu
le reporte regocijo,
Dinos, si en ese mundo tan cercano
vuelve a luchar
Héctor con Aquiles
igualados ambos
en la asistencia divinal
y en potencia de las armas ajustados,
si su venablo de fresno
se abrirá paso bajo la quijada de aquél
a impulso de una fuerza tan vehemente
penetrando
y quebrándole los huesos del cráneo
asomará por allí la radiante punta
semejante a una estrella del crepúsculo
y en un vaivén de negación inútil
su casco yacerá sobre la tierra
mientras sus sesos insensatos
unos a otros se persiguen
entre el polvo.

Dinos también,
si todos nosotros a una
elevando un rugido de victoria
antorcha en mano
nos dejamos caer
cual los rayos de Zeus
sobre las aqueas naos
provistas de vela,
Dinos divino Dios
si les pegamos fuego
y a golpes de hacha
las amarras desatamos
otorgando libertades
al aciago viento
que hasta aquí las trajo
para llevárselas
a través de la noche impenetrable,
del negro ponto
encubridor de monstruos,
Llevárselas entonces
más allá de nuestras costas
Para que veamos
fuera ya de las órbitas
de este sueño sin párpados,
sus amarilleantes luces
apagarse, cenicientas
una
a
una
desapareciendo al fin
sobre un horizonte
lejano y aún lejano.

Leonardo Morgan-Finkelstein



PENELOPE y EL LADRÓN

El gordinflón calvo y grasiento, con las orejas peludas salidas hacia fuera y mostachos como un cepillo, se le apareció como un ángel, cuando, interrumpiéndole la lectura del periódico le dijo:-Disculpe caballero, usted le permitiría a esta chica compartir su mesa? Hoy estamos desbordaos y ….
Primero dijo que sí, luego la vio. No era rubia sino dorada.
Le sonrió, se sonrieron. Fulmíneamente se gustaron, como sí de toda la vida, eran criaturas que provenían del mismo planeta, o al menos de unos muy cercanos. Congeniaban. Esto es un encuentro astral, acordaron, y antes de que llegara el almuerzo, que tardó bastante más que de costumbre, ya se estaban besando.
Ella pagó una cuenta, bastante fuerte. “Será un buen recuerdo” dijo riendo, asentando que ahora todo era de ambos.
Se llevaron una botella de vino blanco helado y bajaron a la playa. La bebieron del pico, prolongando los besos sobre el vidrio. Se bañaron juntos besándose entre las olas, riendo y gritando. Se estiraron bajo el sol tomados de la mano. Haciendo planes, hablando con los ojos cerrados, con los ojos abiertos, o simplemente con los ojos y rebesándose, de tanto en tanto. Ella le dijo, vamos al mar . Pero prefirió quedarse, adormilado de júbilo, entre conjeturas y congratulaciones por su buena suerte. Se incorporó, encendió un cigarrillo. Ya la estaba extrañando. Siguió arrullándose entre pensamientos felices y al cuarto cigarrillo, apenas encendido entre los dedos, fue a buscarla. Pero había tanta gente bañándose que era imposible distinguir una cabeza de alfiler de otra. Volvió a recostarse sobre su lona. Se adormilaría hasta que lo despertara su hermosa voz cálida y grave o el contacto con su cuerpo helado y húmedo. Sobresaltado despertó. La lona a franjas blancas y rojas allí, conservaba aún la huella de su cuerpo, y resaltaba su ausencia. Fue hasta la orilla y la llamó varias veces por su nombre. La gente ya lo miraba de manera extraña. Volvió hacia las lonas y fumó otros tantos cigarrillos. Ya el sol se iba retirando y la gente de la playa con él.
Vio su bolsito de cuero con alivio. Volvería a buscar sus cosas . Tenía que volver a buscar sus cosas.
Más por aburrimiento que desesperación, lo vació . Tres caramelos de menthol en un paquete algo machacado. Dos aspirinas, un paquete de toallitas higíenicas, un collarcito de bisutería, un espejito y un lápiz labial de color extraño, un monedero con 5 pesos y monedas, tickets arrugados de compras ocasionales y medio paquete de cigarrillos. “voy a dejar de fumar ya!” había dicho. Metió todo de vuelta. Sentía rencor y desprecio por esos objetos triviales e impotentes para reclamar el regreso a nadie. Pero en cualquier momento la vería , y entonces esos instantes inciertos serían unas pizquitas de pimienta verde sobre la felicidad que, abriendo de par en par sus alas, los llamaba para reunirlos en un abrazo eterno. Hasta entonces no se había dado cuenta de la oscuridad que lo rodeaba. Volver a verla, como a la luna, como al mismísimo sol, como a la contraparte arrancada de sí mismo. Ya bajaban las gaviotas a comer algunos de los restos que los turistas sucios depositaban en la arena. Y ahora estaba solo, mirando al mar, con el bolsito de ella en la mano y la lona de colores cayendo a un lado de su antebrazo. Fumó uno de sus cigarrillos, como quien comete una profanación y al mismo tiempo conjurando un sortilegio, 9 cigarrillos quedaban, y 9 días también.
Repitió religiosamente el restaurant, veía a ese gnomo feo de camarero y sabía que era inútil preguntarle. Pero un día.-No, signore, no la he visto. Era evidente que entre tanta gente no la recordaba, a pesar de su precisa descripción física y de situación.
En la playa no se bañaba, no se le ocurría; se quedaba mirando al mar y algo más allá del mar, esperando verla aparecer. Lo miraba con rabia y resentimiento, como si éste le hubiese arrebatado algo.
Al noveno día, último de sus vacaciones, ya de noche, apenas luego del último cigarrillo, dejó caer el bolsito y la lona de colores a la arena y sintió como un desprendérsele de algo muy pesado.
Sus pies descalzos imprimieron huellas profundas sobre la arena; por fin llegó al hotel en donde desde hacía poco más de una hora lo aguardaba el autobús con todos los pasajeros abordo, malhumorados e impacientes.


Leonardo Morgan-Finkelstein






EL EFECTO PIGMALIÓN ( PARTE IV Y FINAL)


IV

Doña Saturna caminaba por el basural y rezaba. Era una viejita con 3 nietos que alimentar, y en la villa se hacía pasar por curandera. Cuando vio esas cajas presintió que eran la respuesta a sus oraciones y se las llevó para su ranchito. La abrió en presencia del mayor de sus nietos, Ramón, de 15 años. Verlo a Anthony y gritar de terror fue todo uno. Parecía un cadáver envuelto para regalo. Doña Saturna, mujer enseñada en la valentía, tomó resueltamente la caja y la sacó rápidamente de allí para evitar que sus otros dos nietos la vean, al salir tropezó con una rama y Anthony se desparramó por la tierra. La mujer notó algo raro y llamó a su nieto. Volvieron a entrar con Anthony y abrieron la otra caja y la jeta deformada de Kimberly fue bañada por la pobre luz de una lamparita que colgaba de un cable negro. –Qué es esto abuela? le preguntó su nieto y Doña Saturna tuvo el único instante profético verdadero, de toda su vida:- Estos son los dos ángeles que nos van a llevar a una vida mejor, Ramoncito. Y después de pronunciar aquello, recién supo lo que haría con los muñecos. Tuvo otro soplo de pánico, al manipular a Kimberly porque accidentalmente le encendió el motorcito a primera, de las tres velocidades que tenía. Reconoció en esto una señal confirmatoria. Accionó las perillas probándolas todas. Luego Hizo lo mismo con Antonhy. Le preguntó a su nieto:-Ramoncito, te gusta esta muñeca?
-Está buenísima, abuela.
-Bueno, te la presto, pero mañana la quiero ver limpia. Y después tenemos que conversar.
Desde entonces no volvió a faltar comida en la casa. La vieja Saturna prostituyó a los muñecos, todo el mundo sentía curiosidad. En el hueco de la teta ausente le pusieron una pelota de goma chamuscada que encajaba justo.
Se mudaron de la villa a un barrio periférico, después a uno cerca del centro y de ahí saltaron a una casita con jardín. Saturna no era en realidad tan vieja, un liffting, unos retoques y la buena alimentación la colocaron nuevamente en el mercado, y consiguió marido rápido, Benigno, un hombre buenísimo que fue un padre para los chicos porque ahora ella, despojada de la pesadez de los años tristes había pasado a ser la madre.
-¡Mamy! gritó al entrar, Ramoncito, exultante: “ ¡Cerré el negocio, mamucha! ¡Golazo,carajo, vamos!
….No me podía poner de acuerdo con el gerente de la compañía que era un nabo y justo pasa por ahí Marchisio que resulta que es el capo distribuidor para América Latina y Europa, y el tipo escucha la conversación, y desde la puerta de la oficina le hizo una seña al gerente Perales ése…
-Perales y es un nabo, jijij , dijo la mujer.
-Bueno… escuchen todos, lo hace callar a Peraloca y me dice “venga a hablar conmigo” enseguida conectamos, un tipo divino, me invitó a almorzar, y me hizo cagar de la risa tanto….me contó una historia con un payasito…. las pasó todas, mil y mil, yo le conté cosas de la villa y se le cayeron las lágrimas; me aprobó el proyecto de pleurisado higiénico al vapor pero además quiere que lo ayudemos a manejar toda la nueva red de “Virtual Sexy Club” que va de California a Tierra del Fuego, quedamos amigos, ah y va a venir a festejar con nosotros así de paso cerramos un par de cosas….. ¡Vieja hacete unas empanadas de aquellas!... bueno… es que me tengo que ir la facultad que hoy rindo la última por si no lo saben, así que el champancito lo quiero ¡bien frappé! ehjeje, no, bueno con unos buenos blancos me arreglan….. pero dije Buenos Blancos, ningún querosén eh? … y cuando vuelva si no me dicen INGENIERO no les doy bola, chau , me fui!
Ramoncito salió excitadísimo y derribó a Kimberly , Anthony y Stacy, que desde hacía unos días, decentemente vestidos, aguardaban de pie junto a una repisa, ser trasladados para su recauchutaje, y que al caer, derribaron en efecto dominó su fotografía enmarcada con los compañeros del viaje de egresados y un reloj de arena bellísimo que le había regalado su novia. El cristal de la foto se rompió y el reloj de arena emprendió un camino de no retorno. –¡…ta que los parió muñecos de mierda ! exclamó Ramoncito arrodillado entre los vidrios rotos.
-¡Señor! , lo amonestó la Saturna, y prosiguó severa, aunque bajando el tono: m’ijito querido, le dijo, cuidesé muy mucho de las palabras que de su boca deje salir.
-Por qué me reta, mamita linda?
-Porque Dios oye.

Leonardo Morgan-Finkelstein






BIO de Leonardo Morgan-Finkelstein


El día que mataron a Kennedy yo celebraba en Mar del Plata mi primer cumpleaños.Al igual que Lyndon Johnson me sentía optimista y pletórico de proyectos. Durante mi primera juventud he sido un salvaje que buscaba divertirse a como diera lugar. A veces por boca de algún amigo me llega el eco de mis hazañas que contemplo espantado y ajeno. Tengo muchas cosas de las que arrepentirme y sin dudas mi librito "La roja calva del diablo" integra la lista.No me arrepiento de haber viajado, persiguiendo a la aventura como un modus vivendi.
Me radiqué en distintos paises trabajando como peón de albañil, peón de peones, fregaplatos, carga y descarga y extra de cine salvándole con mi fulgurante intervención ese bodrio de "todo sobre mi madre" a Pedro Almodóvar. Detesto a La Ignorancia y a toda su prole: La Maldad, La vulgaridad, El Oscurantismo y El Prejuicio. Lucho por ser un hombre bueno y no ando contando los centavos. Al contemplar una botella de vino veo sólo una cosa: Felicidad; y ésta es el único deseo pertinente que solicitarle al genio de la lámpara, al diablo, a Dios o a la vieja de la esquina en caso de que se nos presenten con un trato ventajoso.Amén.