DOSSIER ELIEZER NAVARRO
DOSSIER ELIÉZER NAVARRO
MI HISTORIA ES GEOMETRÍA EN LA CIUDAD
UNO
más allá, donde el sol trasluce el césped
y pueden verse tras sus hojas las siluetas de
las catarinas, las flores de una tumba
se doblan marchitas. a nuestro lado, cerca
de la otra acera, un nevero anuncia gritando
el sabor de las paletas que lleva en su carrito.
tras unas horas de pie cansado, el día poco a poco
cerró su cara •
DOS
un señor que vende cintos y carteras lleva atados los pantalones
dikis color café con una agujeta azul marino. se detiene a conversar
con otro señor que llegó a su encuentro desde un sentido opuesto al suyo.
el segundo señor, que parece de la misma edad del primero, lo saluda
tendiéndole la mano, después que soltó la carretilla de albañil en la que lleva
el pan que vende. sin darse cuenta que veo sus gestos y ademanes a tres casas de ahí, intercambian risas y palabras que no alcanzo a escuchar. en la oquedad de la ventana
de la segunda planta de la casa que les queda justo enfrente, revolotea una cortina
blanca; una adolescente en blusa y trenzas colegiales sale por ahí maleta en mano •
TRES
recuerdo a mi madre gritando al aire mi nombre de pantalones cortos,
su boca abriéndose a las taras de la calle, donde mis canicas trazaron
caminos y se llenaron de polvo, donde dibujé mi primera cuarta, huella
de tres pulgadas, sobre el miedo. en esa calle, encaramado en un árbol,
mis ojos silenciosos vieron el colgar de mis piernillas jugando a dar pasos
en falso; ahí, el ecocarolina de su voz aún tiene de seis años para acá.
mi historia es geometría en la ciudad, la sed que tengo de ella servirá
para apagar este semidesértico calor de octubre que tiene el mar cuando
es de noche. desde mis primeras calles siempre tuve delante otras calles
llenas de brazos, de abrazos invisibles, de ojos sin memoria •
CUATRO
una señora que se ve descontenta balbucea algo para sí mientras
escoge tomates en un extremo del puesto de verduras.
separa unos malhumoradamente y se detiene al darse
cuenta que la veo magullarlos cuando los echa
en una canasta percudida de plástico color rosa.
debajo del otro lado del puesto, donde la balanza pesa las edades
de su cara, una perra lame y relame a sus cachorros,
que a los ojos de una niña recostada en una carriola color
pastel, va pariendo uno tras otro. la señora vuelve a sorprenderme,
y como la perra con sus cachorros, la imagino lame y relame los tomates.
CINCO
Miramar es famosa por sus exhibiciones aeronáuticas anuales,
no queda lejos de aquí. dos aviones que supongo bélicos
sobrevuelan, violando nuestra frontera aérea, la zona tijuana-san
diego, en dirección exactamente opuesta entre sí, dejando rastros
en el cielo de la propulsión que se alarga en ambos sentidos. bajo
la vista y veo pasar frente a mí un camión militar que transporta,
al aire libre, soldados, todos de piel morena. más adelante, al pasar
el puente, mientras instalan un retén, voltean hacia arriba, y sonriendo
señalan con sus índices la estela que se desvanece •
SEIS
de la manguera cae un chorro parabólico sobre el lodo verdinegro
estancado en una esquina. seguramente fueron empleados
de servicios públicos quienes lo extrajeron de la única
alcantarilla cercana a esa esquina, quizá dificultaba la carrera
de aguas negras bajo la ciudad. desde donde estoy veo el
contraste entre el lodo y el delantal blanco que viste la muchacha
quien sostiene la manguera; cruzo la calle y, al acercarme a la otra
acera, percibo el lodo y su contraste aromático frente a la comida que
venderá en un carrito metálico que tiene pintada en letras rojas
la leyenda “Virria de res”. el calor se empezó a sentir fuerte desde
hace una hora; un perro ojirrojo que cojea, calma su sed con agua temprana •
SIETE
Los pelos de elote los tenía amontonados a la derecha de la parrilla.
mientras, inclinado hacia el otro lado, sentado en un banquito, trataba
de acomodar en forma de pirámide las mazorcas que ya estaban tatemadas.
por el bulevar, frente a él, su ojo dejaba correr perros, carros, trailers y camiones.
las moscas revoloteaban a su alrededor atraídas por el amarillo de las mazorcas
sin asar. después de un rato, mientras espero el taxi, veo que la insistencia
de las moscas por las mazorcas termina, porque un perro acaba de dejarles
para ellas solas una mierda, sin nadie que las moleste. tras una patrulla que
pasa a toda velocidad, se ve venir, también a gran velocidad, una suburban
blanca vidrios ahumados •
OCHO
Mis ojos siguen los trazos de la madrugada paternal,
llena de voces ajenas, desde mis lampiños tobillos sucios
hasta el filo del pantalón corto de muslos de primer sol.
con su silencio refracta estos ojos sin héroe, sin dueño;
con su voz humecta las órbitas descompuestas que van
del piso al sinsabor de la comida y las acompañan de regreso •
NUEVE
Las cicatrices de mi hermana cantan el ayuno de su amor,
corren trituradas por los dientes de una cremallera que aúlla
su nombre, sus manos, su lengua, sus faldas, sus pliegues, sus nalgas.
desde la azotea veo la luz de una silueta ansiosa que espía mi silueta;
en espera de la sombra de veinte dólares, pienso en las revistas
de lucha libre que endulzarán mis once y su tercero de secundaria.
luego, interpongo una hilera entre la mosca y la manía de esquivar otros sueños •
DIEZ
El polvo se posa pacientemente sobre los labios de un perro
que manchan de sangre, echado sobre su costado izquierdo,
la avenida negra con su doble raya amarilla al centro. levanta la mirada.
lo veo. mi camino al frente se cierra en ángulo agudo donde
convergen cuarenta meses de solicitudes sin respuesta; ahora
navegaré de regreso, sintiendo que la luz me morderá las uñas
noche tras luna •
ONCE
Supuse que lo notarías, que tus niñas opacarían la llegada exterior,
pero en vez de eso no volviste al secreto. uno sí otro no. ¡bájate,
imperio de manotadas!: no siento de qué manera la enseñanza pueda
desquiciarme, si lo hago de espaldas el sudor corre en dirección tuya,
si lo unto… ¡pégate bien!, ¡pégate más!, ¡clávate!…, ¿cuánto? tú sabes
como: desde el principio hasta la imaginación, desde antes hasta el caracol •
DOCE
De acuerdo, pero no dejes que cada letra muerda la lengua del zapato
que patea mi historia, tu pasado, el aire de mi suerte, tu patio azul.
una por una desfilaron saltando eclipses antes de escapar a mis mordiscos.
por lo menos hay una que no se fue tras de ti; sí, nos burlamos de ti;
pero a la vuelta de una noche el ojal no dejó escapar su presa, y mi entierro
y tu presencia encajaron sobre la arena dientes sin silencios •
TRECE
No lo sé. dímelo en cuanto la carne te deje absorber el deseo.
cuenta con que finalmente cada socorro, cada medio día, cada
enésima vez, arrancarán de tu secuencia la unión que te hacia
llorar, desesperar, enfurecer, sin más palabras que tu grito
YA LLEGUÉ AL FINAL. siete después de uno, después del rostro,
después del carcomido verano, tejes el libro, las huellas, un paisaje
entre la ilusión poética de tu desnudez y el ritmo ocular: política verde
sin rostro de entre líneas, manjar de libros sin aliento •
CATORCE
Noche de sueños dormidos, si fuera boca sería la tuya. no lo sabes,
pero he muerto más veces de las que me viste con vida, gritando,
pintando un óleo, salpimentando un cofre, apasionado por los siempres.
tu cama blanca me espera del otro lado, en ángulo recto, sin muslos.
he secado los ojos que eyaculaban cada noche y jamás te esperaré otra vez •
QUINCE
Pie de grano de sal delgada sobre tu sed sin lengua, róbate la historia
de los caminos encrucijados, asexuados, masturficcionatorios,
de los caminos que llevan por desgracia las huellas de tanto reír,
de los parpadeos de cada camiseta que usé por las mañanas
y desdeñé de madrugada. vete de siete a norte azufre de los días
negros, sal del vientre de mis ojos, deja que mi sombra hiera el deseo
d-d-de las horas sin pestañas •
ELIÉZER NAVARRO.- Licenciado en filosofía por la Universidad de Baja California. Es escritor, traductor y profesor. Ha colaborado en diversas revistas culturales traduciendo al español ensayos y poemas de autores franceses y portugueses.
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